jueves, 2 de febrero de 2012

El gato guía..


Aprovechando el solecito del sábado, nos fuimos a hacer una ruta senderista desde Monsul a Vela Blanca. Aparcamos el coche en el aparcamiento de la playa de Monsul,  para empezar nuestra andadura. Hacía muchísimo viento y algo de frío, nada que no se pase caminando. Nada más aparcar, vino hacia nosotros un precioso gato blanco y negro con la cola cortada a la mitad, que siempre esta por la zona. Es probable que esté acostumbrado a que la gente que aparca allí con su caravana le alimente, y por eso siempre está por allí.
Aunque, cuando pasamos con el coche, el gato salía hacia el camino, al vernos bajar del coche se nos acercó. Mi compañero pensó que era un gorrilla encubierto y sacó un euro para dárselo, pero no se paró, siguió hasta meterse debajo del coche. Entendimos que, como hacia algo de frío, el gato buscaba el calorcito del motor.
Cual fue nuestra sorpresa que, cuando comenzamos a caminar por el sendero, el gato nos siguió, si nos adelantaba, nos llamaba con sus maullidos, y se restregaba con nuestras piernas, cariñoso. No lo podíamos creer, jamás habíamos visto esa actitud en un gato.
Una vez llegamos a la cala de la media luna, teníamos que abandonar el sendero y llegar hasta el camino pero, por algún motivo, a nuestro pequeño guía no le gusta el camino. Es por donde pasan los coches para llegar hasta la última cala, la cala del carbón, y, aunque después de Monsul el tráfico es aún menor, es probable que le diera un poco de miedo, así que, cuando nos vio salir hacia el sendero, nuestro nuevo amigo maullaba lastimeramente, sonaba como un llanto, triste y suplicante.
En aquel momento no entendía muy bien que podía ser lo que le pasaba al gato. Me sentí muy mal, porque no sabía que quería, qué necesitaba. En ese momento entendí a todas las madres primerizas la primera vez que oyen llorar a su bebé, se sienten atribuladas pensando que no saben por qué llora y creen que no van a ser capaces de darles lo que necesitan. No saben que en pocos días reconocerán, con una facilidad fuera de toda razón, hasta el más mínimo sonido que emitan sus retoños y podrán darle lo que necesitan sin problemas.
Nuestro amiguito no nos siguió, se quedó maullando un rato mientras nos alejábamos hacia nuestro destino y, después, dejamos de oírle. A la vuelta, ya no le volvimos a ver, solo espero que siga allí la próxima vez que volvamos a Monsul..

Fotos del Gato de Monsul tomadas por MCruz

No hay comentarios: