¡Déjale marchar!,
me susurró el cielo.
¡Déjale!- dijo.
Y una lágrima voló con el viento.
Un suspiro ardió en mis labios
y con él, todos mis miedos.
Pero no pude detenerle.
No supe cómo hacerlo.
Retenerle a mi lado
es como atrapar un sueño.
Los sueños son libres,
no hay jaulas ni desiertos.
Él tiene que ser libre
y volar con ellos.
Se marchó,
aunque está en mi corazón,
en mis pensamientos.
Mi vida quedó vacía,
pero siempre estará en mi recuerdo.
"Cómo dejar ir a quien Amas". Foto extraída de blogminicano.blogspot.com.es |
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